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Vicenç Navarro |
El
mayor problema que tiene la democracia española es la limitadísima
diversidad ideológica de los medios de información y persuasión, tanto
orales como escritos. He vivido en varios países –Suecia, Gran Bretaña y
EEUU- durante mi largo exilio y he trabajado en muchos otros países
democráticos como profesor visitante, en instituciones académicas o como
asesor a gobiernos y otras organizaciones, y en ninguno de ellos la
diversidad ideológica de los medios es tan reducida como en España.
También viví durante gran parte de mi juventud bajo la horrible
dictadura que sufrimos en nuestro país –que impuso un enorme retraso
económico, social y cultural a España-, y puedo dar testimonio de que
debido a los cambios sustanciales –resultado primordialmente de la
presión popular liderada por el movimiento obrero- que ocurrieron
durante la transición de la dictadura a la democracia, España hoy no es
una dictadura, sino una democracia. Ahora bien, resultado del dominio de
aquel proceso de Transición por parte de las fuerzas conservadoras, la
democracia española es enormemente deficitaria. La evidencia es clara y
robusta. Uno de los indicadores de ello ha sido la ausencia, durante la
mayoría del periodo democrático, de medios orales o escritos de
izquierda a nivel de todo el país. Ni que decir tiene que existen voces y
firmas de izquierda en los mayores medios de difusión, pero siempre en
situaciones muy minoritarias que confirman la discriminación ideológica
que aparece en tales medios. Y ello ha estado ocurriendo en un país
donde, sumando los votos de todos los partidos de izquierda, suman más
que los votos a los partidos de derechas (llámense de derecha o de
centro) en la mayoría de las elecciones legislativas a las Cortes
Españolas desde que la democracia se estableció. E incluso, hoy las
encuestas muestran que hay más españoles que se definen de
centro-izquierda e izquierda que de centro derecha y derecha. Es por
ello que en una democracia madura y desarrollada, uno esperaría que
hubiera al menos varios diarios de izquierda. Pues no, no hubo ninguno
hasta el 26 de septiembre de 2007, fecha en que se estableció Público.
No obstante, el día 24 de febrero de este año, el diario Público cerró.
Durante este corto periodo de más de cuatro años, fue de los poquísimos
espacios mediáticos que sistemáticamente presentó una visión de
izquierdas de lo que ocurre en nuestro país.
Los costes para la democracia de
esta falta de diversidad durante el periodo democrático han sido
enormes no sólo para las izquierdas, sino para todo el país. La
debilidad intelectual de los argumentos conservadores y neoliberales a
favor de las políticas neoliberales que han estado imponiéndose por los
establishments políticos, económicos y financieros, y promovidas por el
establishment mediático, es un ejemplo de ello. En realidad, tales
argumentos son fácilmente refutables con la evidencia científica
existente. A pesar de ello, se presentaban, y continúan presentándose,
con el dogmatismo, contundencia y pedantería que les caracteriza, porque
saben que no van a ser contestados en los forums mediáticos que, en
realidad, ellos controlan o donde gozan de mayor influencia. Han estado
cuatro años vendiendo las políticas de recortes de gasto público
(incluyendo gasto público social) como salida de la crisis. Y hoy
estamos más metidos en la crisis que nunca, mostrando que todos los
sacrificios exigidos al pueblo español han sido en balde. Pero los
neoliberales continúan insistiendo en tales políticas de austeridad,
gozando de plena inmunidad, pues todo el sistema mediático les protege.
Véase, por ejemplo, la enorme promoción de los productos Fedea
(fundación financiada por la banca y la gran patronal) que aparecen en
bases diarias en los mayores medios.
De ahí la enorme importancia de
que exista un diario que pueda presentar sistemáticamente alternativas. Y
Público hizo esta función durante el periodo 2007-2012. Pero la versión
en papel terminó. Ni que decir tiene que se están dando muchas
explicaciones para ello. Algunos sostienen que hubo fallos en la
empresa, otros que hubo fallos en la dirección, otros que el rotativo no
era suficientemente de izquierdas, otros que lo era demasiado,… y así
una larga lista de razones del cierre. Pero la verdad es mucho más dura,
y hay que decirla, pues muestra otro gran problema de la democracia en
España, y que está en las propias izquierdas. En nuestro país, las
derechas siempre han estado más organizadas que las izquierdas, lo cual
es predecible, porque tienen muchos más recursos que las izquierdas.
Pero no es explicación suficiente. En realidad, las derechas en España
siempre han estado más unidas que las izquierdas, que han sido siempre
las fuerzas políticas mas desunidas en el panorama político español. Y
esto aparece claramente en el limitado espacio mediático que tienen.
Cada partido, cada movimiento social y cada sindicato tiene sus propios
instrumentos mediáticos, sin que existan, sin embargo, grandes medios de
izquierdas. Parecen no darse cuenta de que la totalidad es siempre
mucho más que la suma de sus componentes. Una cultura de izquierdas no
se crea sumando las culturas e instrumentos partidarios de cada grupo
político o social. Las izquierdas, tanto partidos como movimientos
sociales, incluyendo sindicatos, nunca se movilizaron, bien
institucionalmente, bien individualmente, para apoyar instrumentos que
aglutinaran todas las izquierdas. ¿Cómo puede ser que en un país donde
ha habido diez millones de votantes a partidos de izquierda en las
últimas elecciones legislativas, y dónde hay más de tres millones de
sindicalistas, hubiera sólo 87.983 suscriptores de Público, el único
diario de izquierdas a nivel estatal? Manifiestos de apoyo son fáciles
de firmar. Movilizar suscripciones a través de las instituciones a las
que uno pertenece o influencia, sin embargo, es otro cantar. ¿Cuántas
veces en mis encuentros en forums y conferencias he preguntado cuánta
gente estaba suscrita aPúblico, y cuántas veces pude comprobar que había
un gap notable entre lectura, suscripción y compra? Todo el mundo lo
conocía y gran número lo leía, pero muy pocos se suscribían o lo
compraban. Y la ayuda institucional a Público ha sido mínima. He
asesorado al gobierno de la Generalitat de Catalunya por muchos años.
Durante el periodo CiU, todos los edificios de la Generalitat tenían el
diario convergente Avui en sus salas de espera. Durante el Tripartito,
casi ninguno tenía Público. Ejemplos como de éstos, a miles, y en toda
España.
De ahí que la versión en papel
de Público terminara. Pero sería un gran error para las izquierdas que
dejaran que desapareciera también como un diario digital. Las izquierdas
necesitan un diario, aunque sea digital, tanto como el aire que
respiran. El ambiente intelectual en España es asfixiante. Y hay más de
cinco millones de españoles que leen Público a través de la red, donde
se muestra una visión alternativa, que es fundamental que se presente.
Las izquierdas no pueden (repito, no pueden) dejar que Público digital
desaparezca. Ahora, más que nunca, se necesita. No sé en qué forma.
Otros más conocedores del tema que yo pueden sugerir la fórmula. Pero es
fundamental que continúe. Y las izquierdas, desde la socialdemocracia a
las izquierdas radicales, tienen que ser conscientes de esta necesidad,
puesto que existe el peligro real de que desaparezca. Hoy, en la época
digital, un periódico digital puede ser enormemente informativo e
influyente. Uno de los diarios más influyentes en EEUU es Politico, un
diario que no aparece en quioscos, pero sí en Internet.
Pero, para que Público continúe
se requiere un buen comienzo, que como todo en la vida exige también un
buen final. Pasar de un diario impreso a un diario digital requiere
menos personal, lo cual se exige por otra parte, por las razones
económicas que determinaron el cierre del anterior. Esta transición debe
hacerse dentro de la tradición de Público y lo que representa, lo cual
quiere decir con el agradecimiento a los profesionales que dieron su
piel para llegar a ser lo que es. La influencia de Público es muy
superior a los 87.983 suscriptores o 129.679 ejemplares. Público fue uno
de los diarios escritos con mayor impacto e influencia, merecida por la
calidad del periódico, que explica también los cinco millones de
lectores de la versión digital, siendo el cuarto del país. Esta realidad
es enormemente valiosa, y se debe, en parte, a los excelentes
profesionales y trabajadores que lo hicieron posible. De ahí la
necesidad y urgencia de que se les reconozca debidamente con la nota de
agradecimiento por su servicio. De la coherencia expresada por la
empresa que creó Público (empresa que también se merece el
agradecimiento de las izquierdas), se espera no menos. Estoy seguro de
que así ocurrirá. Así se garantizará que Público continúe por el bien,
no sólo de las izquierdas, sino también de los distintos pueblos y
naciones de España. Millones de españoles sufrieron enormemente para que
tuviéramos democracia. Y no nos podemos permitir que, ahora, Público,
su espíritu y su presencia, se debilite, y con ello se debilite todavía
más la democracia que siempre soñaron y nunca consiguieron.
Vicenç Navarro
Articulo extraido de Ecorepublicano
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